viernes, 28 de marzo de 2014

Gato y Manuel

¿Se acuerda alguien de mi amigo Manuel? Tras su bache con Sonia volvieron a estar bien, o eso creía yo. Debería haber previsto que, con los antecedentes de Manu, la cosa no iba para largo (aquí dichos antecedentes). Como se dijo de Oliveira en la novela, mi colega "parecía especializarse en causas perdidas. Perderlas primero y después largarse atrás como un loco" Intenté explicárselo a Sonia cuando me citó para explicar como se había largado su pareja y en busca de que yo le pudiera dar una explicación. Por supuesto, no lo comprendió y se fue tan destrozada como vino. En parte me alegro porque, aunque lo quiero desde hace años, ese chico le puede fastidiar la vida a cualquiera que se enamore de él.

Total, que como estaba un poco avergonzado por haberla cagado otra vez, no me llamó en una semana, pero era inevitable que viniera a mí como siempre. Cuando llegó a verme yo ya estaba con la escopeta cargada para echarle la bronca por dejar ir a lo mejor que había tenido nunca. Eso fue durante la primera y segunda copa. En la tercera ya me caí con todo el equipo porque sé que es un buen tipo y que, al final, el dolor que provoca termina siendo siempre más superficial que el que le queda a él. En la cuarta copa ya nos estábamos riendo el uno del otro y de cualquier cosa que se nos cruzara por la cabeza y fue, en ese momento, cuando decidimos que lo que él necesitaba era un gato. Fuimos a una asociación y elegimos una gata con cara de mala leche.

Creo que va a ser su relación más larga porque con estos bichos nunca estás seguro de si te tienen cariño o te desprecian. Así mi Manuel no se cansará de algo por una vez en la vida. Si no la tiene segura y dominada no conseguirá aburrirlo. Lo "jodío" es que le entiendo, aunque sólo en parte, porque lo único que uno no consigue perdonar es que le aburran. 

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