jueves, 28 de mayo de 2009

De conejos

Ayer como a estas horas estaba tomando un café en un centro comercial y justo enfrente había un cine donde se proyectaba esta película:

Sí, por el título es claramente una comedia, aunque a mí me parece un engaño porque es una romántica cuando por el título pareciera más bien referirse otra cosa, o sea, a esta. Por una simple asociación me acordé de este local que vemos siempre en la carretera de Andalucía de camino al pueblo. Suelo bromear sobre la posibilidad de pedir trabajo ahí, lo que no suele ser aceptado por algunos miembros de la familia.

Reflexión: ¡qué animales mas simpáticos los conejos!, por lo menos los tres que estábamos sentados enfrente del cartel de la película tomando un café y hablando de animales con pelo y sin pelo.


La Loles tenía un conejo chiquitito y juguetón
Que a los diecinueve años a su novio le enseñó,
Y el novio que era hortelano y vendía muchas coles,
Guardaba los tronchos gordos p’al conejo de la Loles.

Tradición popular

sábado, 23 de mayo de 2009

El futuro


Como buena ingenua, adoro las historias de ruptura, incendios, nuevas vidas y punto final. No hay mejor momento que ese breve instante que se sitúa entre el fin de algo y el principio de otra cosa. Es el segundo inexistente, donde un ojo mira satisfecho la puerta que uno decidió cerrar de golpe y el otro proyecta un viaje repleto de nuevos paisajes. Desde hace bastante tiempo sólo me permito ver el futuro como continuación, no lo visto con un traje brillante de nuevos comienzos. Es un vicio como otro cualquiera, igual que siempre nos preguntamos por qué hacer algo y nunca por qué no hacerlo. Por supuesto que no soy una lumbrera, así que encontrar respuestas no me resulta fácil, de modo que mañana me preguntaré "¿por qué no?"y así, aunque se quede la pregunta sin responder, podré soñar con ingenuas historias de ruptura y no tendré una razón para no hacerlo.

lunes, 18 de mayo de 2009

Chau, viejo

y gracias por todo.


miércoles, 13 de mayo de 2009

A y B

En la vida siempre es más cómodo tener una vía única que seguir. Si hay dos, la cosa se complica. Mentira. Mientras se mantienen abiertos dos caminos nos sentimos reyes. Digamos que tenemos el camino A y el camino B. Ya desde el momento de asignar las letras estamos eligiendo. Nos resistimos porque no queremos cerrar B, pero esta elegido: queremos el A. Un día, por hartazgo o porque no sabemos caminarlo, se nos cierra A. Bueno, ya sabíamos que era difícil, quizás por eso mantuvimos operativo B. Cuando sólo nos queda un camino nos sentimos fracasados, así que lo más probable (en mi caso) es que gane el orgullo y dinamite el paso a la segunda opción para no continuar por ahí. Aunque el primero sea una guerra perdida, tampoco tenemos asegurada la victoria en el segundo y perder dos veces seguidas puede ser un golpe demasiado duro. Peor es nada. Qué se yo.

A, que te den.
B, que te den (por si acaso).

martes, 5 de mayo de 2009

Recuerdo que olvido

Con frecuencia me olvido de cosas. Bueno, en realidad lo que se me suele olvidar es la gente. Lo malo es que, pasado el tiempo, me acuerdo de que olvidé y me siento culpable. Mejor ni hablamos del cabreo que me agarro si me doy cuenta de que la que pasó al olvido del otro soy yo. Debería tener en cuenta que los demás también tienen derecho a olvidarse.