lunes, 1 de septiembre de 2008

Variétés

El sábado, después de un día de barbacoa, sangría y risas un poco sin venir a cuento, terminamos haciendo una excursión a la España más pintoresca y profunda. Desembarcamos en las fiestas del pueblo como madrileños domingueros en busca de la carcajada fácil a costa de los pueblerinos. El objetivo principal era ver a una vedette rubia y descubrir si la foto que habíamos visto en el programa de fiestas se correspondía con la realidad.

La vedette

Llegamos a la carpa mirando el mundo desde arriba y un poco desde fuera. Con bastante reparo, los primeros entraron al auditorio portátil para ver el espectáculo. Cuando ya sólo quedábamos dos observando desde el exterior, oímos cómo uno de nuestros amigos era requerido por el prestidigitador para colaborar en el truco. J. se cubrió de gloria "confensándole" al mago que era funcionario de prisiones y siguiéndole las bromas. En ese momento, D. y yo que estábamos fuera mirando por una rendija, tuvimos la suerte de que el humorista que iba después nos avanzara el contenido del show (un tipo símpatico, por cierto). Unos minutos más tarde escuchamos que llaman a otra amiga para subir al escenario. Ésta dijo que no alegando que era terriblemente alérgica a la flor que iba a ser usada en el siguiente número. T. también se negó porque no iba a soltar a su bebé para seguirle el rollo al tío del traje brillante. Por fin le tocó el turno a G., que tiene la mala costumbre de salvarnos el culo en este tipo de situaciones. Y allí estaba mi amiga frente a un montón de desconocidos ayudando a que una mesa se elevara un metro sobre el suelo sin ninguna ayuda física.

El mago

En este punto de la noche tengo que reconocer que creo que quedamos atrapados por el encanto del espectáculo y de la vida. Nos quitamos el traje de capitalinos snobs y fuimos nosotros. Últimamente ando con el afán de simplificar y simplificarme, a lo mejor este es el inquietante pero reconfortante camino. ¿Quién quiere leer a Kierkegaard cuando una vedette, un mago, un cantante y un humorista tienen las respuestas? Bueno, si no las tienen, lo cierto es que pueden hacerte sentir bien. Vaya mi más sincera admiración para esos cómicos que recorren los pueblos en fiestas y para todos aquellos que pueden dejar de ser unos dignísimos estúpidos y disfrutar sin reparos ni prejuicios clasistas.

P.D. Encontré la página de la productora y de ahí pude sacar las fotos. Aquí dejo el enlace para los que estuvieron. No dejéis de visitar el elenco de artistas. Sólo diré un nombre: María Jesús y su acordeón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

SOY LA SUSODICHA G. DE ESTA CARICATURESCA HISTORIA QUE CUENTA MI QUERIDA AMIGA ELE, Y SI, TENGO QUE RECONOCER QUE, A PESAR DE LO EXTRAVAGANTE DE LA SITUACIÓN (NI POR ASOMO NOS IMAGINÁBAMOS QUE AQUEL SÁBADO NOCHE RESULTARA EL COLOFÓN IDEAL PARA UN DÍA IDEAL), DE LA "PUTADILLA" QUE ME HICIERON MIS QUERIDAS AMIGAS S. Y T. Y DE QUE OTRA QUE YA SABE QUIEN ES NO QUISO ENTRAR EN LA CARPA DEL ESPECTÁCULO NI POR ASOMO, REALMENTE NOS SENTIMOS NOSOTROS, LIBRES, PARTÍCIPES DE UN PÚBLICO EN SU MAYORÍA MAYOR (TAMBIÉN HABÍA ALGUNOS NIÑOS)Y CONSCIENTES DE QUE MUCHAS VECES DEBEMOS QUITARNOS ESA MÁSCARA DE "UYY, YO NO SOY TAN VULGAR" Y DISFRUTAR, REÍRNOS, SOBRE TODO REÍRNOS Y SI ES A CARCAJADA LIMPIA, MEJOR QUE MEJOR.

Ele dijo...

Sita G., gracias por ser valiente y reconocerte. ¿Caricaturesca? Jo, para una vez que apuesto por el Naturalismo. Sabes que se nos dan bien cierto tipo de situaciones. Acuérdate del Starbucks (sigo sin volver a entrar).

Anónimo dijo...

Aquello no fue caricaturesco, fue sobrenatural.... (sin comentarios)