miércoles, 17 de septiembre de 2008

Regalos

Los regalos no son más que buenas intenciones envueltas en papel de colores. Adoro el papel de colores. Las buenas intenciones, en cambio, me ponen un poco nerviosa. Nunca sé qué cara poner cuando me regalan algo. Hay gente que parece que espera solucionarte la vida por darte algo, y esto suele suceder cuando han puesto mucha ilusión en ello. Han pensado en que te pongas contenta cuando lo recibes, pero en realidad no han pensado en ti. Lo mismo pasa con el resto de buenas intenciones, aunque no vayan en una cajita brillante. Muchas veces hacemos cosas buscando sentirnos bien a través de la felicidad que proporcionamos a otros. No es justo para nadie.

Como dijo la chica que chupaba un lolipop en la parada del autobús:
"Dame lo que quieras darme y no lo que creas que necesito."

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay quien dice que el ser humano es egoista. Por ejemplo, en el principio de los timepos nos agrupamos socialmente por la necesidad individual de sobrevivir eficientemente y ahora que supuestamente hemos evolucionado seguimos actuando de la misma forma. Cuando haces algo por alguien suele ser buscando una recompensa que no tiene por que ser un tangible, puede ser solo la emocion o el sentimiento de haber actuado correctamente.

A mi no me gusta creer esto, pero muy errados no andan los que lo sostienen. ;)

Por cierto, no me gustan los regalos. Prometo explicarlo.

Ele dijo...

¿No te gustan los regalos? Me ahorro el de tu cumple. Mmmm... curiosamente hoy me llegó uno de esos regalos promocionales (me gustan esas tonterías). Era una minibotella de whisky de doce años. Me la trajo la vecina porque cuando vino el cartero no había nadie en casa. No bebo whisky, pero gracias al regalito, y a otras cosas, mi vecina me mira como me mira.
Ah, supongo que eres Caellach.

Anónimo dijo...

Nos enseñan a ser tan estúpidamente egoístas (porque resolver así la dialéctica entre lo individual y lo colectivo es estúpido de tan primitivo) que el regalo es (como piso) una excepción símbolo de un reconocimiento de quien lo da al que lo recibe.
Eso sí, pero puedo reconocerte para muchas cosas: como objeto de marketing (la botella de whisky -yo si bebo...puedes mandarla- de ele) o como la pasión más demoledora que me ha tocado hasta ahora.
Eso si: Bogart nunca esperó regalos de nadie y a la Bacall nunca se le ocurriría perder el tiempo en esas bobadas.
Era gente de pocos regalos.

Ele dijo...

Lo del regalo como reconocimiento al otro no se cumple siempre. Desde Troya la tradición de regalos envenenados es larga (me fui otra vez a un lugar común).
La botella, suya si la quiere.
No le gustarían los regalos, pero yo tengo uno de parte de Bacall: "No me gusta todo lo que soy y nunca estaré satisfecha, pero nadie es perfecto". Esa era "ella".

Anónimo dijo...

En desacuerdo amiga: siempre un regalo señala al otro, lo reconoce. Por definición y como piso. Porque además del reconocimiento puede llevar envueltas otras cosas, como las que llevaba el caballo troyano -¿envenenado?- y algunas más positivas para el reconocido, como mi "pasión demoledora".
A mi me gustan los regalos ... mande la botella entonces.