jueves, 11 de septiembre de 2008

Niños

Andaba yo jugando a los barquitos con Bea, cuando el profesor decidió ponernos en un apuro preguntándonos qué era lo que más temíamos. Si hubiera sido valiente, habría levantado la mano para decir: "a que me pregunten tonterías en clase". Por suerte no me tocó a mí responder. El dedo señaló a otra niña que se sentaba en la otra hilera de mesas. A la pobrecita le pilló de improviso (seguro que estaba jugando también con su compañero) y tuvo que pedir que le repitieran la cuestión. Lo pensó un par de segundos y contestó que tenía miedo al miedo. Me parece que toda la clase la miró con desprecio, sobre todo porque el profesor le dijo que era muy inteligente y le pidió que desarrollara su idea. Más que azorada viendo el efecto de su intervención, la nena explicó que tenía pánico a estar en una situación difícil y no poder acutar porque el miedo la paralizara. ¡Qué asquerosa! ¿Se creía más lista o qué? Pasado el tiempo sigo pensando que era una redicha, pero cada día estoy más de acuerdo con ella.

¿Cómo es posible que un crío pensara ese tipo de cosas? Bueno, la verdad es que somos una generación para las que las brujas no comían niños sino que defendían el liberalismo económico al grito de "¡Viva el mal! ¡Viva el capital! Las chicas queríamos ser como Alaska y nuestro mito pre-erótico era Santi Auserón cantándole a Annabel Lee. Nos hicieron creer que no había más Dios que pensar libremente cuando aún creíamos en los Reyes Magos. Por supuesto que salimos raritos.

El vídeo para los nostálgicos y para quienes tengan la paciencia de tragárselo sin conocerlo.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Uff...y van dos! Las veces que me he parado frente a tu propuesta de pensar el miedo ... y, sobre todo, a pensar el miedo al miedo (el de la niña sabia -¿qué miedo le habrá enseñado? ¿qué terror habrá avanzado sobre ella al punto de impedirle correr o gritar o pelear?-).
Porque el miedo forma parte del sistema defensivo ... ese que me hace decir no (o sí) a tiempo de evitar males mayores.
Pero es cierto que hay un miedo -el de la niña (¿qué habrá sido?)- un miedo que no solo vence las barreras defensivas sino que se asocia al ataque...inmovilizando... impidiendo o haciendo extremadamente pesado el levantar la mano defensiva o el pie salvador.
Creo que es la sorpresa la que no ayuda ... es que el miedo, salvador siempre, cuidador siempre, protector siempre, encuentra algo que lo sorprende ¿por tamaño? ¿por inesperado? ¿por real? ... y entonces ¡traiciona!
Contra ese es que hay que prepararse... conociéndolo y, por lo tanto, teniéndole miedo...como hace la niña...la que sabe. (¿porqué habrá sido?)

caellach dijo...

Lo de la cultura del miedo es para divagar en profundidad en noches de "besos y porros" y escoces en plena adolescencia a poder ser. En cuanto a la bola, como dice un compañero que a la vez amigo, "es que si salimos torcidos, salimos bien."

Ele dijo...

Investigador, se come mucho la cabeza. Lo malo es que me parece que le dio por investigar en sus miedos. ¿Encontró algo nuevo?

Cae, dejamos entonces lo del miedo que la adolescencia quedó lejos. ¡Eh!, tu amigo es un sabio.

MICH dijo...

me encantó el remate del final: "este lee, este no lee". Terminar como algunos que leen da miedo.

Ele dijo...

Viéndolo con distancia sí que inquieta un poco. A mí lo que me obsesionaba era el rebaño de ovejas. Creo que gracias a eso no las miro bien desde entonces.

Anónimo dijo...

¿En los míos? - Sonrío -