jueves, 25 de septiembre de 2008

El orgullo de papi

Señor, M., este es el último gusto que le doy. Le llevo dando todos los caprichos desde que recuerdo, sólo esperando que se sienta bien o, por lo menos, que no se decepcione. Como ya nada vale, nunca es suficiente, me planto. Le agradezco todo lo que hizo, pero ya. Ahí le pongo las fotos de su creación, torcidas y todo, no se me queje luego de que modifico lo que no debo. Bueno, aunque nunca se entere, le dedico este pequeño momento de fama.

Papi era feliz a su manera. Tenía dos princesas que lo mimaban y lo admiraban. Un día se le ocurrió motorizar a sus princesitas. Se dejó varios años y la mitad de su cerebro de ingeniero frustrado en el intento. Lo que nunca supo es que el coche que proyectó en realidad no era para ellas sino para el niño que él fue y que no pudo tener más que una caja de cartón con ruedas. Ahí creo que empezó a fastidiarse todo. Confundió su identidad pasada con esas dos futuras que tenía en sus manos. Las princesas no salieron rebeldes del todo y trataban de no disgustar a papi. El problema es que los reyes se convierten en tiranos si se acostumbran a ver siempre cumplidos sus deseos. A este en concreto no le gusta alzar la voz, pero tiene programada una mirada de decepción que mata. En algún momento verá que se le quiere igual a pesar de que las infantas se remanguen la falda y proclamen la república.

5 comentarios:

Odaisa dijo...

Hay que reconocer que papi es un manitas. yo hubiera disfrutado como una enana con un coche como ese. Ayyyy, recuerdos de mi niñez...

Anónimo dijo...

Que buen suegro seria ese hombre.

Ele dijo...

Odaísa, te doy una vuelta cuando quieras. Creo que funciona aún.

Cae, ¿no me estarás tirando los trastos? Jaaaaaaaaaaa. ¡Oh, no!, lo que quiere es ser mi cuñado. No me pongas la coña tan fácil. Buen viaje, niño.

MICH dijo...

nada de repúblicas con papi!

Ele dijo...

Papi siempre se jactó de ser republicano, veremos como se agarra ahora con los dientes al trono.