domingo, 20 de julio de 2008

Amigas

Marta y yo nacimos con una semana de diferencia. Vivía en el mismo piso que yo pero del portal de al lado. Ella jugaba al fútbol mientras yo tonteaba con los niños y quería empezar a maquillarme. Nunca la vi con el pelo suelto hasta que, cuando estábamos a punto de cumplir los dieciséis, vino de vacaciones con su melena negra cubriéndole los hombros. Durante dos meses apenas la dejaron salir de casa. Después volvió al pueblo y se quedó a vivir allí. Actualmente, Marta, en el primer año de la treintena tiene un hijo de casi 15 años.

El otro día la vi y tenía cara de cansancio. Posiblemente ella pensó lo mismo de la mía.

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