viernes, 10 de diciembre de 2010

Meseta

A los pocos meses de estar en prisión, Valentín ya había olvidado cuál era el motivo de su encarcelación. Pasaba los días imaginando mesetas y llanuras por las que correr hasta la extenuación. Al principio era lo único que le calmaba y le devolvía el ritmo tranquilo a su respiración. A medida que el tiempo pasaba y el guardia gritaba más, esas imágenes que le habían reconfortado le producían desazón y esa desazón se fue convirtiendo en miedo. Se veía en mitad de un erial, sin caminos ni carreteras, solamente con el horizonte al fondo. Seguía corriendo por esos paisajes como los primeros días, pero se detenía a cambiar el rumbo a cada rato pensando que daba igual la dirección porque no llegaba a ningún sitio. Poco a poco, con el fin de evadir esa angustia, empezó a concentrarse en la imagen de los barrotes y hoy pasa las noches agarrado a ellos para no sentirse perdido en la meseta.

No hay comentarios: