domingo, 7 de noviembre de 2010

La coraza

Manolo Escobar lleva años buscando su carro, yo, mi coraza. Todo el mundo parece verla y yo ni me entero. Alguien que fue un gran amigo en su momento (hoy no lo sé) se tatuó una como debajo de piel rasgada. Otros se musculan hasta construirse una. Y la chica de este poema usa su frente como protección. La mía es como el famoso carro, todo el mundo habla de ella, pero yo nunca la he visto.


¡Impenetrable es tu frente, cual un muro! 
Tan cerca de los ojos, ¿cómo retiene preso
tu pensamiento?, ¿cómo su recinto es oscuro
bajo el cabello de oro, sobre el radiante beso?

Con la movilidad mágica de tus ojos,
la fijeza de dardo de los míos esquivas;
a veces, brillan dentro como ponientes rojos,
a veces, como rápidas estrellas pensativas...

¡Mujer, que yo lo vea! Libra de sus penosas
dudas a esta constante nostalgia de mis penas;
¡quiero saber si tu alma es un jardín de rosas,
o un pozo verde, con serpientes y cadenas!
                   
                                                         Juan Ramón Jiménez      Poemas mágicos y dolientes (1911)

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