miércoles, 7 de octubre de 2009

De dolores

Uno empieza a hacerse viejo en el momento en que un nuevo dolor no sustituye a uno antiguo, sino que se suma a él.

Generalmente no me duele nada. No sé lo que es un pinzamiento en la espalda ni una migraña. Jamás me he roto un hueso ni he tenido que pasar por quirófano. Hará como una semana me fui fastidiar el tendón de Aquiles, que ya tiene huevos fastidiarme justamente una parte mitológica del cuerpo. Juzgué que era una molestia soportable y seguí con la rutina de ejercicio físico. Pocos días después, gracias de nuevo al saludable deporte, me agarré el peor ataque de agujetas que nunca pude imaginar. Al andar me rabiaba la zona del tendón, al intentar sentarme todos los músculos implicados en el movimiento me hacían saber que estaban ahí a través de insoportables pinchazos. Cada vez que me movía no lograba reprimir un gemido o un término malsonante. El pie, los muslos, los glúteos y vuelta a empezar. Todo un ciclo de dolores diferentes, sin descanso. El cabreo desaparecía según pasaban las horas y se transformaba en algo mucho más parecido a la tristeza.

Por supuesto que ya estoy bien, pero sigo asustada. Es mi primera experiencia de "polidolor" físico y lo pasé mal. De un tiempo a esta parte noto que otro tipo de padecimientos también se pueden sentir conjuntamente. Ya una ausencia no viene a sustituir a una anterior y se acumula a la primera.

No hay comentarios: