martes, 10 de marzo de 2009

El panda y la mentira


Solemos acordarnos del primer día de colegio, la primera vez que besamos a alguien o que tuvimos sexo. Una de las primeras veces que a menudo me viene a la memoria es la primera mentira. Bueno, la primera mentira consciente, de esas que se piensan, se desarrollan y que nacen con un propósito. Cuando eres muy niño nunca está claro lo que es un ensueño o lo que es una trola bien maquinada. A partir de este momento que voy a relatar, la línea se hizo más nítida.

Había ido esa mañana al zoo en una excursión del colegio. Llevaba puesto un vestido blanco con unos detalles multicolor en el bajo y en el bolsillo que tenía en el pecho. Justo en ese bolsillo fue donde comenzó todo. En el autobús de vuelta a casa mi compañero de asiento se quedó dormido después de aquel día de primavera repleto de emociones y bocadillos de tortilla. En ese momento de tranquilidad que siempre llega en los viajes de retorno, me di cuenta de que había algo pegado en el interior del bolsillo. Era un chicle masticado y no recordaba como podía haber llegado allí. Miré a Carlitos que, como todos los hombres en los momentos importantes, estaba dormido y pensé que de aquello tenía que salir sola y empecé a pensar una explicación razonable para el origen de aquella plasta pegada al bolsillo que me pudiera librar de la bronca materna. Por aquella época era muy famoso el oso panda Chu-lin que tenía una canción y todo. Yo había pasado del oso en cuestión y cuando tocaba hacerle la visita me quedé rezagada observando más rato a los leones que me parecían bastante mas interesantes. Encontré la solución en ese panda perezoso.

Cuando llegué a casa le relaté a mi madre con pelos y señales cómo había dado de comer a mi amiguito Chu-lin y como se dejaba rascar la barriga. También le ofrecí una descripción detallada de la manera en que el bicho escupió el chicle que me quitó de la mano porque se le quedaba pegado a los dientes, para terminar diciendo que ya era mala suerte que tuviera tanta puntería un ser tan poco desarrollado y marcase un triple justo en el único bolsillo del que disponía mi vestido. Mi señora madre me miró con el ceño fruncido y me dijo muy seria: “Estás mintiendo”. No se volvió a hablar de aquello y siempre que el oso bicolor salía en la tele o se nombraba en alguna conversación yo desaparecía de la manera más discreta posible.

Miento mal y eso lo sabe todo el mundo. Algunas veces lo hago y no me remuerde la conciencia, aunque no puedo dejar de recordar aquel día de excursión y los ojos de decepción de mi ma. Desde entonces tengo el pasatiempo de descubrir las mentiras ajenas. Quizás se un intento de venganza por mi carrera frustrada de mentirosa. Últimamente este entretenimiento me está aburriendo y cada vez me caen mejor los que mienten bien. Ahora, que a los malos mentirosos sigo sin soportarlos, no porque mientan, sino porque son más estúpidos que yo y me dejan pillarles. Mmmmm… estoy pensando que a lo mejor eso es lo que quieren y es una manera de sinceridad mucho más desarrollada.

Nota: Chu-lin falleció en 1996 víctima de una prostatitis tras un largo historial de enfermedades provocadas por una vida de excesos.
Nota2: Disculpas a todos los inconscientes que hayan sido capaces de hacer "clic" y escuchar la cancioncita.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Deberias añadir: "Para la realizacion de este blog no se ha maltratado a ningun animal"

Ele dijo...

Aclárame más el concepto "animal" que a lo mejor...

Anónimo dijo...

Borges - aquel maravilloso mentiroso- cuenta cómo, en la primera edición de Kristus och Judas, el epígrafe dice: "No una cosa, todas las cosas que la tradición atribuye a Judas Iscariote son falsas".
Jorge Luis nos quiere hacer creer (y recurre a estrategias inéditas) en una de sus tres maravillosas versiones, que Nils Runemberg en su Den hemlige Frälsaren- una "exacerbación" del Kristus...- afirma que, en realidad, "Dios totalmente se hizo hombre hasta la infamia, hombre hasta la reprobación y el abismo. Para salvarnos, pudo elegir cualquiera de los destinos que traman la perpleja red de la historia; pudo ser Alejandro o Pitágoras o Rurik o Jesús; eligió un ínfimo destino: fue Judas".
Ese secreto develado por Runemberg (quien murio como todos aquellos que divulgaron terribles secretos) señala la posibilidad de que la mentira (que en suma es una manera de ocultar secretos)ha estado en manos Altísimas también.
Encontrar mentiras ajenas, Ele, puede ser riesgoso...biem que vayas cambiando.

Ele dijo...

Siempre me ha encantado esa hipótesis de Judas como el verdadero salvador.
Por otro lado, ¿encontrar las propias no puede ser más peligroso?
Y para terminar, como Investigador te bauticé yo, pero de lo de "lerdo" no me hago responsable. Sólo te lo llamé una vez y te lo razoné. Muaksss.